Más allá de todas las escenas que “The Devil Wears Prada” nos instaló en la mente sobre el mundo editorial, mi historia se aleja mucho de tacones Prada, salidas de un elevador en #bitchmode activado, red carpets, muestras de colecciones en privado y gente rindiéndome pleitesía por mi sola existencia (máximo respeto para Anna Wintour, por supuesto). Mi trabajo tiene otra fórmula, otro esquema y otra manera de percibir el mundo y hasta el amor. No sé si sea el más glam, pero definitivamente es el más interesante. Si no me crees, acá te cuento mis verdades de ser editora de bodas.

Verdades de ser editora de bodas
Foto: Elena Barbosa

Hay que saberle a todo (o bueno, a casi todo)

Eso de pensar que por ser editora de bodas TIENES que ver bodas todo el tiempo es lo más falso de la historia (y la trampa más grande). Por el contrario, estar frente a un proyecto editorial es razón suficiente para salir de la zona de comodidad y aventurarme a explorar áreas que jamás me hubiera imaginado. Las bodas son una fórmula que pocas veces se rompe por completo, pero la manera de entender una misma celebración desde distintas perspectivas es lo que le da sentido a todo.

Y es que no basta con saber que un vestido de novia es bonito, también hay que saber de telas, formas, diseños, complementos, etc.; las tendencias no existen sólo porque sí, hay que entender el contexto que nos y las rodea (pregúntenle al COVID todo lo que hizo con el mundo y la industria, ups); los estilos de fotografía se transforman, los espacios elegidos cambian, la manera de celebrar el amor y entender las relaciones no es constante ni se mantiene lineal.

Las historias no pueden ni deben construirse de la misma manera, porque así como el mundo cambia, también debe cambiar la aproximación con la cual se cuentan, los detalles que llaman la atención, el foco a donde debe ir dirigida la mirada, la importancia de encontrar en las bodas un canal de expresión y no sólo un cumplimiento de expectativas y compromisos. Hay que saber de todo, hay que leer de todo y hay que enterarse de todo (hell yeah).

También lee: Por qué decidí ser periodista de bodas.

Verdades de ser editora de bodas
Foto: Ale Castellanos

Ser editora de bodas no es sinónimo de glamour

O por lo menos no del glamour televisado o mediatizado. Los días no se viven alrededor de regalos que manden las marcas o en eventos mega elegantes (claro que los hay, pero no forman parte de la cotidianidad); por el contrario, mi vida pasa en solitario, frente a la computadora y siempre acompañada de libros y revistas que le den un empujoncito a la creatividad que se busca en el día a día. No sé si la vida de otros colegas sea distinta, pero éstas son mis verdades y es lo que hay, jajaja.

La talacha es mi roomie y no me quejo. Ser editora de boda es sinónimo de buscar las historias, pero también de encontrar a sus autores, a quienes las capturan y a todos aquellos que las transforman. De igual modo, editar es encontrar los errores, mover las comas, poner los puntos, cambiar palabras, quitar enunciados, reescribir textos, estructurar contenidos, diseñar buenos títulos, evitar las viudas, unificar los tiempos verbales, leer una y otra vez en voz alta, pensar y repensar.

Pensar en un hilo que lo una todo y despertar todos los días con nuevas ideas, nuevos textos, nuevas historias, nuevo todo.

Si no escribes no existes

Punto. El músculo de la escritura se debe ejercitar todos los días, aunque no existan ganas, aunque no haya ideas de por medio. El chiste es escribir… lo que sea, pero escribir. Ojo: no todo tiene que ser maravilloso, ultra posicionado y perfectamente ejecutado, pero debe mantener a tope la capacidad de manufacturar ideas, hilarlas, encontrar errores y saber cómo darles forma. Y eso, sorry, sólo se consigue escribiendo.

Una de mis grandes verdades de ser editora de bodas es que no siempre habrá motivación, pero siempre tiene que haber disciplina (a ver de dónde la sacas). Igualito que el workout físico, si la mente y las manos nos sacan a ejercitar las palabras, todo se tensa, no hay fluidez, se elimina la fuerza y, lo peor de todo, se van las ganas. El glamour qué, esto sí espanta.

Nacer para contar historias y decidir no contarlas porque “hoy no me dieron ganas” es el peor castigo que te puedes poner.

Verdades de ser editora de bodas
Foto: Daniela Villarreal

Los bloqueos de escritor existen y hay que aprender a amarlos

Evidentemente, no todo es perfecto (nada nuevo por acá). El bloqueo creativo llega y entre más lo ignores más se queda, así que hay que aprender a lidiar con él.

Existen muchas recomendaciones online para evitarlo o hacerlo más llevadero, pero por acá te dejo la receta que a mí me funciona

  1. Escribir. De vuelta al punto anterior. A veces sólo hay que despejar la mente, así que escribir de lo que sea y como sea ayuda muchísimo.
  2. Consumir más de lo que te gusta. No me refiero a sustancias (jajaja), sino a aquello que alimenta la inspiración. Para mí los documentales de moda son un must y el que más me saca del bloqueo creativo es “Dior and I”.
  3. Hacer ejercicio. Además de que ésta es la receta más efectiva para bajar mis niveles de ansiedad, es una gran ayuda para activarme, resetearme y seguirle con el trabajo.
  4. Descansar. Últimamente está muy castigado el tema de apagar el cerebro, pero la verdad ayuda muchísimo en el bloqueo. A veces una buena serie (The Office por supuesto) es suficiente para que las ideas vuelvan al camino del bien.
  5. Reconocerlo. Cuando empecé en esto, mi valor estaba en ser súper ultra productiva todo el tiempo y nunca parar de escribir. Spoiler alert: eso no existe, por eso hay que saber sacarle provecho al bloqueo.

Buscar inspiración en TODO es prioridad #1

Para ser editora de bodas no basta con entender la fórmula para elegir fotos y curar contenidos, sino que ese mismo esquema se tiene que llevar a la vida misma. Para mí el trabajo no está separado de lo personal, así que todo lo que se me cruza, lo que encuentro, lo que busco y veo TIENE que ser inspirador o de provecho para hacer mejor lo que me toca hacer en la revista.

Las películas deben servir para algo y lo mismo pasa con las series, los libros, los restaurantes, las fotos en mi celular, los lugares, los museos, los desfiles, las exposiciones y hasta con los reality shows. Entender cómo se cuentan las historias, cómo son los personajes, los entornos, los contextos, los mundos, los diálogos, las gamas de color, las formas, las telas y las estéticas es la mejor manera de entender las bodas desde otra perspectiva.

Otra vez: HAY QUE SALIR DE LAS BODAS PARA ENTRAR MÁS EN ELLAS.

Verdades de ser editora de bodas
Foto: Gab Fotografía

Ningún día es igual al otro

Otra de las grandes verdades de ser editora de bodas: nada es lo mismo nunca y eso es lo más cool del mundo.

Hay días que se van de volada por la cantidad de posts por escribir y textos que corregir, otros en los que no faltan las juntas y otros tantos en donde hay chance para hacer y deshacer con las ideas. Para no hacer el cuento largo: un proyecto editorial es sinónimo de libertad, o al menos para mí ese es el punto número uno que DEBE cumplir.

Saber que cada día puede presentarse en miles de formas y con situaciones tan variadas es lo que mantiene mi capacidad de asombro a tope. Por eso nunca me aburro, porque siempre hay algo nuevo por aprender en este maravilloso mundo.

Foto: Ale Castellanos

Saber escuchar antes de hablar es BÁSICO

Si yo pensara que lo sé todo porque tengo el puesto de “editora en jefe” sería igual a dispararme en el pie. Una de las mejores cosas que me han pasado a lo largo de mi camino profesional ha sido escuchar ideas de quienes no tienen nada (o casi nada) en común conmigo, aprender de quienes se desempeñan en otras áreas, conocer los procesos de trabajo de todos, entender muchísimo antes de exigir.

Abrir la mente es parte fundamental de ser editora de bodas, ver el mundo a través de otros ojos, conocer el contexto de quienes forman parte del equipo, saber cómo están emocionalmente, hacer preguntas, poner atención, abrir los ojos, apreciar su arte y ESCUCHAR.

Así como se hilan los textos y las ideas para hacer magia, el verdadero tesoro de un proyecto editorial se construye con las voces, visiones y perspectivas de todos. Trabajar en equipo, jugar en la misma cancha, apoyar ideas, saber decir “no sé”, preguntar sobre las necesidades de trabajo de los demás, intensear cuando se necesite y calmar cuando haga falta.

Ser editora de bodas = la preparación NUNCA termina

No importan los años que lleves en una editorial o como líder de un proyecto como The Wedding Book, nunca puedes llegar a pensar que lo sabes todo y que no te falta nada por aprender. Al contrario, la búsqueda de mejorar en las áreas en las que cojeas o en las que ya eres buena siempre debe permanecer y concretarse.

Estudiar es parte fundamental, al menos en mi proceso, de ser editora de bodas. Ahora, el chiste es no terminar como la eterna estudiante que nomás toma notas de todo y nunca las pone en práctica, sino identificar qué de eso que buscas estudiar te ayudará a trabajar mejor, de manera más efectiva y con mucha inspiración de por medio. Que la creatividad termine trabajando para ti, vaya.

Verdades de ser editora de bodas
Foto: Elena Barbosa

Espero que estas verdades sobre ser editora de bodas no sólo te ayuden a conocerme un poco mejor, sino a entender ese proceso creativo que sucede todos los días detrás de esta pantalla. Te espero pronto con otro texto.

Checa el trabajo de estas tremendas fotógrafas: Daniela Villarreal, Ale Castellanos y Gab Fotografía.